“Adult friends may not do/be everything you want a best friend to do/be. Maybe thery´re great for meme exchanges on Instagram. Or meeting up for yoga. Or Deep chats over wine… They almost definetly won´t be all of these. And that´s okay!”
Este post de @manrepeller sobre un texto original de Harling Ross que leí hace unos días me dejó pensando un buen tiempo. Creo que nadie nunca había definido tan bien lo que me pasa. Es verdad que ninguna de mis amigas está siempre, ni para todo. Pero también es cierto que eso, como dice el post, a esta altura it´s okay.
La mayoría de mis amigas tiene más o menos mi edad, hijos en el colegio y una lista de responsabilidades gigante. Unas tienen un jefe de mierda, un ex marido que no aporta lo suficiente, una indemnización a punto de acabarse, una agenda semanal que las desborda, un emprendimiento que las consume, un nuevo amor que las tiene con mariposas en la guata… y un sinfín de etcéteras.
Y yo, que también tengo los bolsillos llenos de problemas y obligaciones, a veces siento que mis amigas no están a la altura. Si saben que ando sobrepasada por la vida, ¿qué les cuesta pasarme a buscar para un café? Si el otro día les conté que tenía una reunión atómica, ¿cómo no están pendientes de cómo me fue? Y si pasó casi un mes desde la última vez que hablamos, ¿por qué no me mandan un mensajito? No te pido un llamado, pero algo.
Mis amigas de la vida son las mismas básicamente desde que nací y ninguna vive cerca. Nueva York, Houston, Puerto Madryn y por supuesto Bs As. Pero tengo nuevas relaciones que son atómicas y hoy a raíz de este post me puse a repasar cómo las conocí y cómo es mi relación con cada una.
Son mujeres que me regaló el colegio, el club, la maternidad, el barrio, la profesión, las amistades de mis hijas.
Es verdad que no todas son amigas para todo. La que puede apoyarme cuando me supera un problema laboral no es la misma que me lleva a conocer el nuevo restorán que abrió en la otra punta del mapa. Y la que me pasa a buscar cuando no quiero manejar de noche no podría acompañarme al evento que no quiero ir sola porque nada en el mundo le daría más lata. Y la que me pone hielo en la frente cuando me duele la cabeza no es la misma que me regala Rize.
Pero si algo tengo claro y sobre todo después de leer el texto completo de Harling Ross
sobre cómo distintas personas hicieron amigos de adultos, es que las fórmulas no existen y que la clave está en hacerle sentir al otro que nos importa. Da lo mismo si eso implica juntarse diez veces al mes, una o ninguna.
También aprendí que crossfit y la Iglesia son súper buenos lugares para conocer gente… pero yo no frecuento ninguno de los dos así que no veo por dónde podría sumar a alguien. Igual les paso el dato por si se sienten solos.
Este día del amigo agradezco sentirme querida. Celebro los encuentros y también los desencuentros que nos obligan a tomar distancia y a reencontrarnos. Un amigo no tiene que ser perfecto; solo tiene que ser leal. Friendship goals todo el rato!
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