Hubert de Givenchy murió en marzo, hace poco más de dos meses. Su gran musa fue Audrey Hepburn, una mujer que siempre me fascinó. No solo por su belleza natural y su compromiso con distintas causas sociales, sino porque fue una adelantada a su tiempo. No necesitó ningún escándalo para sobresalir. Era talentosa para todo. Actuaba, bailaba, caminaba y hablaba mejor que todas las demás: "Un mito entre los mitos", según Vogue.
Tengo varias de sus frases escritas en mis cuadernos de la universidad. "Si obedeces todas las reglas te perderás toda la diversión" es mi favorita. Todavía la predico y la practico.
Meghan Markle tiene bastante de Audrey. La profesión, la militancia, el carisma. Es cierto que el nombre de Clare Waight Keller no estaba entre los favoritos para diseñar su vestido, pero su elección no me sorprendió. La primera mujer al frente de Givenchy estuvo a la altura y creó un vestido memorable respetando el ADN de la marca francesa. Un modelo simple y estructurado con cuello bote, inspirado en un diseño original de 1967. Los cinco metros de cola fueron acomodados personalmente por la diseñadora, que estaba oculta y no salió en ninguna foto.
Definitivamente Givenchy es una marca que ama a las mujeres poderosas. Y viceversa.
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