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Foto del escritorVanina Rosenthal

Joy, la nueva apuesta de Dior


Es la marca más exitosa del momento. No porque yo lo digo, sino porque lo dice Forbes. Dior es la empresa de moda más grande del mundo según el ranking 2018 (la segunda es Inditex, controladora de Zara), y también la número uno en redes sociales.


Si algo le faltaba a la maison creada hace 71 años después del multimediático matrimonio de Chiara Ferragni vestida por María Grazia Chuiri para terminar de dar el gran golpe, era acercarse al público masivo. ¿Y cuál es la fórmula mágica de las firmas de lujo para volverse accesibles? La cosmética.


La creación de Joy, el nuevo perfume de Dior, es un verdadero acontecimiento. Hace 20 años que no lanzaban una fragancia 100% original. "Tiene que unir géneros, seducir tanto a hombres como a mujeres", dijo el perfumista Francois Demachy, en un claro mensaje hacia las nuevas generaciones.


El nombre me fascina. Joy es alegría, felicidad, fiesta. En momentos donde pareciera que todo es un drama, Dior nos invita a pasarla bien.


Cáscara de bergamota y mandarina, rosa, jazmín, madera de Sándalo y una gota de Pachulí. Soy incapaz de descifrar la familia olfavita, pero me atrevo a decir que es apto para todes. Un perfume muy de piel, si es que eso existe.


El frasco el súper simple, cero pretencioso. Yo soy absolutamente infiel en materia de perfumería. Así es que será mi perfume hasta que se me acabe. Y después veremos. Ninguno logró generarme adicción. Jamás. Veremos si Joy lo consigue...


Pero de algo sí estoy segura: entre la sensualidad de Jennifer Lawrence en la campaña y la capacidad de Dior de convertir todo en una necesidad básica (la polera de we should all be feminist y la nueva saddle bag por nombrar los primeros dos ejemplos que se me vinieron a la mente), estamos frente al nacimiento de un perfume condenado al éxito.





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