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Las nuevas reglas

Para entender las tendencias actuales lo primero que tenemos que hacer es desaprender todo lo que durante años pensamos que era ley. Como que negro con marrón no combina, rojo con rosado tampoco, buzo con tacos es ridículo y camisa con zapatillas también.


Lo segundo, es perderle el miedo al qué dirán. Si te gusta, vale. Si te resulta cómodo, está bien. Por ejemplo, yo no sé caminar con tacos y por más lady que me vista, es probable q mi look termine con zapatillas o zapato bajo. Vestido, blazer y Converse. Mi hija de once se viste más o menos igual (ella con Vans), así que no puede ser tan grave.


Tercer paso para usar las tendencias a favor: chau con la colorimetría. Si alguien te dijo que tus colores eran los fríos porque así lograbas armonía y bla bla bla mi consejo es ¡olvídalo!

Nada menos inteligente que empezar a elegir o a interpretar las tendencias por el consejo de alguien que leyó un libro sobre la teoría del color y ahora anda evangelizando mujeres. Es más, te apuesto que si le hiciste caso y te compraste todo fucsia, o todo naranjo, o verde, lo tienes guardado y con suerte lo usaste en dos oportunidades. No soy vidente… es de manual y yo también caí en la trampa alguna vez.


Las periodistas, asesoras de imagen (las de verdad, no las q tomaron un curso de seis horas), estilistas y todas las otras personas que trabajamos con las tendencias, hacemos un recorte que por lo general es súper editorial, comercial, o teatral. La idea es llamar la atención, despertar el interés. No es necesario copiar a la modelo o al maniquí. Si todas las vitrinas están verde slime eso no significa que una tenga que salir disfrazada de Teletubbie. Puede ser algo tan simple como un pañuelo, o una polera que apenas asoma por debajo del suéter negro. Hay que adaptar la tendencia al estilo de una. Jamás al revés.


Por último, recomiendo tomarse la moda con humor y no como algo grave. Todos tenemos un clóset lleno de nada que ponernos. A mí me pasa cada temporada. Me paro en el clóset y no entiendo cómo sobreviví si no tengo nada. Nada que me guste, nada que me sirva, nada que me haga ver alta y flaca.

Bueno, ese es el problema. La ropa no hace milagros. Si no estoy flaca y no soy alta la culpa no es del suéter que me compré el año pasado sino de los quinientos kilos de papas fritas que me comí.


Dicho todo esto, lo que a mí me funciona para no colapsar ante tanta información es sumar un par de key ítems que se complementen perfectamente con lo que ya tengo. Esta vez sumé un buen abrigo negro que me servirá forever, unas zapatillas fluor que son mil veces más lindas que las Balenciaga, un blazer de terciopelo azul y uno negro de lana porque descubrí que amo los blazers, una camisa negra con lazo en el cuello, una cartera celeste que resultó bastante útil y tengo intención de comprarme unos anteojos de sol de esos tipo cat eye. Nada más.


Estoy segura que si miras de nuevo todo lo que ya tienes pero sin tanta regla, sabrás reenamorarte de lo que sirve y regalar lo que compraste por un mal consejo. Volver a mezclar, combinar lo impensado y no estar tan pendiente de cómo lo lucen las influencers que tienen diez años y diez kilos menos es sumamente liberador.





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