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Foto del escritorVanina Rosenthal

Mamá part time, balance y equilibrio


Facebook me recordó un texto que publiqué en 2010. Habla sobre mis miedos justo antes de volver a emplearme en Chile por primera vez. Amé releerlo y pensar todo lo que ha pasado desde entonces. Recordar a todas las personas que de una u otra forma me ayudaron a surgir.


Jefas que me permitieron salir a las cinco de la tarde para no mamarme el taco de Vicuña Mackenna, amigas que se volvieron familia y me ayudaron a que la logística no colapsara, colegas que me cubrieron cada vez que me citaban del colegio (sucedía muy pero muy seguido) y un marido atómico que siempre creyó -y cree- en mis proyectos.


Comparto el texto antiguo porque el balance entre maternidad y trabajo todavía es un tema, y estoy segura de que más de una se sentirá identificada.


Junio 2010

Y finalmente se acabó mi período de abstinencia. Después de exactamente 22 meses de ser una mamá full time, llegó el momento de volver a generar algo más que sonrisas: ¡dinero! Suena espantoso, pero es absolutamente real. Han sido meses maravillosos. Me he quejado pero me he divertido harto. Aprendí a jugar, a contar cuentos, a que no me de asco andar todo el día con la polera manchada y olor a colado. Me hice cargo del menú familiar, resolví peleas entre hermanas y me arruiné la espalda de tanto hacer upa. Muy bonito, muy suficiente.

Las niñas han crecido y yo decidí desempolvar mi autoestima, que hace rato llevo guardada en el bolsillo. Actualicé mi currículum, mandé un par de correos y más rápido de lo que imaginaba me llegó una oferta. Claro que en ese minuto muté hasta convertirme en la imagen más exacta de la auténtica gata flora. Que sí que no, que no que sí. Que si las niñitas se van a adaptar a no verme tanto, que si yo me voy a adaptar a la idea de que se queden solas con la nana, sin abuelas ni tías que las visiten... Y sí, claro que sí. Será difícil al comienzo, pero el miedo no puede ganarle a la necesidad de acabar con el celibato intelectual. Me encanta ser mamá, pero mucho más me encanta ser una mamá periodista.

Cuando se lo dije a Sol se puso feliz. A ella lo único que le importa es que se va a volver en bus, y eso es mucho más choro que volverse conmigo (veremos cuánto le dura...). Y cuando se lo dije a Male... bueh! Le pregunté si había entendido y me dijo: “Sí. A mí me gustan los cuentos”. No me cachó ni ahí. De hecho creo que tiene problemas con la comprensión de consignas... en el jardín tuvo que dibujar a su familia y nos dibujó a nosotros cuatro y al Alan, un amigo de Sol al que evidentemente quiere mucho.

La lata es que tuve el peor timming del mundo. Sólo a mí se me ocurre empezar una pega justo antes de las vacaciones de invierno, con nana nueva (y ni siquiera wow) y más encima en pleno mundial. Pero bueno, no puede ser tan grave. Las niñitas harán panorama con las amigas y yo seguiré los partidos por Internet y gritaré en silencio los goles de Argentina.

A veces, por presión social, por mandatos familiares o por quién sabe qué motivos, intentamos torcer nuestras auténticas voluntades. Deseamos una carrera profesional pero la relegamos porque el mundo espera que los niños crezcan junto a una mamá que todo lo puede, que siempre está. Y permítanme contarles que si algo he aprendido en estos 22 meses de abstinencia laboral es que todo eso es mentira. Yo estuve disponible las 24 horas del día los siete días de la semana y estuvo lejos de ser mi período de gloria. La Sol ya ni me pesca y Malena seguramente sería muchos menos inquieta si alguien le hubiese puesto más límites de los que yo supe ponerle.

Sé que muchas no entienden cómo ante la posibilidad de pasar todo el día tomando café y copuchando (tengo un interesante staff estable de amigas sin nada que hacer) a mí se me ocurre volver al trabajo. Y bueno, está bien, es lógico que no entiendan. A veces ni yo me entiendo. Pero soy así, patuda, porfiada, enamorada de mi profesión y de la posibilidad de comprarme todas las botas que quiera sin pensar si realmente las he ganado con el sudor de mi frente.

En honor a la verdad estoy bastante más nerviosa que otras veces. Esto de no tener ningún tipo de back up familiar no es lo ideal... pero para eso he sido tan simpática el último año y medio!!!!!! Es hora de ver que la red de amigos funcione y que las mamás que tantas veces me pidieron que les lleve y les traiga a sus hijos ahora lleven y traigan a las mías.

¿Si voy a abandonar el blog? ¡Ni cagando! Posiblemente más temprano que tarde empiece a escribir sobre cuánto extraño ser una mamá de tiempo completo... Cuando eso pase, POR FAVOR, acuérdenme que yo solita me metí en este baile. Ahora, ¡a bailar!






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