De chica mis piernas y mi cola eran mis partes del cuerpo favoritas. Siempre tuve patas flacas, así que ser petisa nunca fue tema. Minifaldas, shorts, botas altas, vestidos camiseros… Además tengo pésima postura, y el efecto colateral de eso era el poto parado. Bikinis diminutas y catsuits de todos los colores eran mis hits de verano e invierno, respectivamente.
No recuerdo cuándo descubrí que tenía celulitis. Pero probablemente haya sido poco antes de los treinta. Cuando las tetas se cayeron, la cadera se ensanchó y la guata se puso fluffy (amo el idioma slime).
No puedo culpar a los embarazos… aunque igual los tiempos coinciden. Como pésimo y odio el gimnasio con la misma intensidad que amo las papas fritas, así que si tuviera piel de durazno deberían estudiarme en la Mayo Clinic. Bastante generosa ha sido mi genética. Mi colesterol está milagrosamente ok.
Los últimos diez o quince años he probado realmente de todo para evitar que mi cola se transforme en una Luna llena de cráteres. Y algunas me funcionaron mejor que otras.
Por lejos, lo mejor fueron los masajes manuales de drenaje linfático. Tenía una persona que venía a mi casa dos veces por semana, durante 90 minutos. Lo dejé por caro, pero lo retomaría de inmediato si ganara el Loto.
Pilates también me cambió el cuerpo. Fui súper constante, y apenas me salí todo volvió a foja cero. Lo dejé por incómodo. Tenía la mejor profe, y el gimnasio era atómico, pero los compromisos deportivos me dan alergia. Llega un momento en el que simplemente no puedo seguir. Me da demasiada lata. Me pica el cuerpo. Mi sillón me pide por favor que no lo deje. Y no resisto.
Figurella y drenaje linfático: lo probé para un reportaje y a pesar de que no fue tanto tiempo las mediciones mostraron resultados concretos. Reduje centímetros, pero no sé si me sirvió para la celulitis. Y esa sensación de meterme en una cápsula me dio un poco de claustrofobia.
Lo más caro que me hice fue coolsculpting y criolipólisis, pero la verdad siento que el costo/beneficio no se justificó. El último fue el año pasado, y me veo igual. Probablemente si acompañara los tratamientos con algún tipo de dieta o ejercicio –lo básico- tendría mejores resultados. Pero no soy capaz. Estoy esperando que se invente la pastilla milagrosa y, mientras tanto, vivo sin mayores complejos.
Lo único que me funciona 100 x ciento para tapar la celulitis es ponerme un short, o una túnica. Aunque prefiero siempre disfrutar en traje de baño antes que andar tapándome. Es como el exceso de corrector en las arrugas. Si te pones de más, en lugar de disimular el defecto, lo resaltas. Con esto pasa lo mismo. Los que van vestidos a la playa se ven más que los que simplemente se relajan.
¿Cremas? Usé miles y todas maravillosas. Tal vez gracias a ellas no estoy peor, así que les doy mi voto de confianza… aquí algunas de mis favoritas. No me casé con ninguna, y algunas son de cuerpo no específicamente para combatir adipocidades. Así que pueden probar y elegir según la marca, la textura, o el precio que más les acomode.
Lo único que les recomiendo especialmente si van a invertir es que las escondan. Mi pote gigante de La Mer terminó convertido en slime. Eso es realmente grave. Tener celulitis es absolutamente normal.
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