Hay un pequeño abismo entre querer parecer una marca inclusiva y realmente convertirse en una. Y esa diferencia está dada, entre otras cosas, por la constancia y por la consistencia del discurso.
Como espectadora, es agradable ver cómo de a poco las campañas chilenas van incorporando el concepto de diversidad. Pero como alguien que entiende y se esfuerza por leer entrelíneas, confieso que salvo excepciones, todo parece una gran puesta en escena.
Los noventa están de vuelta y a veces siento que la industria local se inspira en los United Colors of Benetton de aquella época. Pero resulta que pasaron casi treinta años y poner un modelo (adulto o niño) de color no es suficiente. Está bien. Es genial. Pero los consumidores queremos más. Necesitamos más.
Si yo tuviera algún tipo de poder de decisión, haría un auténtico mix teniendo en cuenta la sensibilidad actual. Más temprano que tarde habrá que asumir que las campañas aspiracionales ya fueron. Ahora queremos sentirnos identificados pero de verdad. No a lo Benetton, sino a lo American Eagle, J Crew, Olay, Fenty, Target... incluso Gucci con Faye Dunaway.
Les dejo la inquietud, y un par de campañas inspiradoras.
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