Snapchat tiene 191 millones de usuarios activos en el mundo y yo no soy una de ellos. Sé que es la app del fantasmita amarillo, la de los filtros choros y la de las fotos que desaparecen. Me hablaron mucho sobre su uso y abuso en las charlas para apoderados. Y eso sería todo. No me siento target. Y me veo ridícula con esa corona de flores.
Pero hay algo sobre lo que jamás había oído, y realmente me preocupa. Resulta que ahora existe algo llamado Snapchat dismorfia, que es básicamente el trastorno obsesivo de mirarse permanentemente al espejo, compartir compulsivamente imágenes y hasta someterse a cirugías innecesarias para lograr una suerte de “filtro natural”.
Pómulos definidos, mentón delineado, nariz recta. Todo se corrige en el quirófano. Y en la vida real solo hay que agregarse las famosas flores…
La preocupación de la comunidad médica internacional llevó a que medios tan prestigiosos como Forbes y CNN investigaran al respecto. Y en ambos casos la conclusión es la misma: aunque editar las facciones con un filtro y hacerlo con un cuchillo son cosas muy distintas, es un tema del que debemos preocuparnos especialmente.
Como siempre, creo que lo mejor es predicar con el ejemplo. Si nuestros hijos ven que en las fotos nos vemos fileteadas, o planchadas, no podemos pretender que aprendan a amar cada uno de sus defectos.
Peter Dazeley | Getty Images para el reportaje sobre Snapchat Dysmorphia de NBC
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