Definitivamente es la polémica del momento. Hasta The New York Times y CNN se han hecho eco del escándalo, pero a juzgar por la encuesta q hice en Instagram para muchos de ustedes son dos absolutos desconocidos, así que comenzaré con un brevísimo resumen.
Tati Westbrook es estilista y maquilladora de Hollywood, conocida en redes sociales como @GlamLifeGuru (así se llama su canal de Youtube). A James Charles lo conocí por ella, era como su niño mimado. Y en el 2016 escribí sobre él en Caras, cuando Covergirl lo contrató como el primer hombre embajador de una marca de maquillaje.
Bueno, el tema es que Tati fue su mentora. Cuando él le escribió para pedirle que por favor le diera una oportunidad de mostrarle su trabajo, ella lo acogió. Lo apadrinó y le abrió las puertas de su casa. Le presentó a su familia, lo ayudó a revisar contratos, le enseñó, lo cuidó… de alguna forma lo inventó. O al menos lo formó.
James Charles aprovechó esas oportunidades (evidentemente tenía talento y astucia) y se convirtió en una estrella de Youtube, que hasta lo tuvo como su invitado especial en la última gala del MET.
El caos explotó hace una semana, cuando él promocionó en las redes sociales las vitaminas Sugar Bear Hair, que son la competencia directa de Halo, la marca de Tati…
Entonces ella, que venía masticando bronca y decepciones, publicó un video hablando de deslealtad, de cómo él había perdido su capacidad de ser honesto y de la responsabilidad que implica tener millones de seguidores, sobre todo menores de edad, y actuar de forma incorrecta. En unos cuarenta minutos contó más de una infidencia, situaciones en las que James Charles había acosado a hombres heterosexuales (hasta salió a hablar el mozo que trabajó para Tati en su cumpleaños y terminó acosado por él), y ardió Troya.
Después de ese video él perdió más de tres millones de suscriptores en su canal de Youtube. Todo un récord (literalmente hablando).
Más allá de la polémica, que es mil veces mejor que cualquier teleserie, me gustaría detenerme en el origen del problema. Porque a esta edad todos somos la Tati de alguien. Me resultó imposible no empatizar con ella. Conozco esa sensación… Nada tan grave como para hacer un descargo, pero es heavy cuando te das cuenta que en realidad no era cariño ni admiración, sino puro interés.
James Charles pidió perdón y no creo que esté muy feliz con la situación.
Ojalá el aprendizaje haya sido no solo para él. La soberbia nunca es buena consejera. Y la mesa siempre es redonda.
La foto es del reportaje de The Cut.
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