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Foto del escritorVanina Rosenthal

NYFW en la era del fitting

Son las tres de la tarde del segundo día del New York Fashion Week y el Lincoln Center está lleno de fotógrafos y coolhunters. Conté, a la rápida, unos cien a lo largo de la explanada justo en diagonal al Empire Hotel.


En unos minutos comenzará el desfile de Longchamp -la marca de lujo que tiene tienda el Parque Arauco- y empezaron a llegar los invitados de todas partes del mundo. Unos mejores vestidos que otros y absolutamente todos ultra producidos. Pero, son solo unos pocos (siempre los mismos) quienes captan la atención de las cámaras.


La misma dinámica se repetirá en cada desfile. Ya no hay tanto revuelo en los alrededores. Las típicas aspirantes a fashion bloggers que se pasean una y otra vez por delante de los accesos a backstage con el must have de la temporada pasada no reciben una sola mirada.

Como si hubieran cambiado las normas del Street style ‘oficial’. Solo se paparazzean los looks propuestos por las marcas, que invitadas mayoritariamente flacas llevan no sin miedo a que se manche (porque después hay que devolverlo). Así son las nuevas de este juego. Bienvenidos a la era del fitting.


Ese es el nombre que recibe la prueba de vestuario que no solo hacen las modelos sino también muchas de las invitadas al front row (primera fila). Los días previos al desfile, influencers como la abogada y modelo humanitaria Jessica Kahawaty, Gala González, Camila Cohelo o Caro Daur pasan por los showrooms a elegir y probar los looks que van a lucir el día de la presentación. Y son esas mismas tenidas las que los fotógrafos buscan capturar. ¿El verdadero Street style murió? No, para nada, pero para tomar la temperatura real de la calle es necesario alejarse de los circuitos tradicionales. Tal como hacía Bill Cunningham, que esperaba horas en la calle 57 con la Quinta Avenida y realmente interpretaba la calle.


Kendall Jenner, la modelo rostro de Longchamp, llegó enfundada en un vestido sporty chic amarillo (uno de los colores más vistos durante todo el mes de la moda) y contempló desde la primera fila una pasarela llena de nombres potentes (abrió Kaia Gerber y cerró la argentina Mica Argañaraz) en una colección absolutamente urbana y usable donde destacaron los shorts de tiro alto, las faldas con vuelos, los enteritos, tonos bold (más fuertes y puros) y mucho binomio blanco y negro.


Esta misma paleta se repitió en la gran mayoría de los desfiles. Wes Gordon, el nuevo director creativo de Carolina Herrera, presentó una colección soñada en los jardines de Baterry Park. Un gran latin squad formó parte del front row (la chilena Nicole Putz llegó con un vestido amarillo con maxi print y lunares que había elegido en el fitting unos días antes) y la top Karlie Kloss, imagen del perfume Good Girl de la marca, acaparó todas las miradas con un infartante microvestido rojo. Anna Wintour, Grace Coddington, Nina García y Edward Enninful -puros pesos pesados de la industria- compartieron front row con la diseñadora venezolana.


La propuesta de Carolina Herrera estuvo marcada por una silueta ultra femenina, vestidos vaporosos, palazos y muchas flores, amarillo, fucsia, y polka dots de distintos tamaños. Sin duda uno de los highlights de este último Fashion Week.


Otros de los puntos fuertes, como cada año, fue el desfile de Michael Kors. El diseñador apostó por una colección con aires náuticos y guiños a los años cuarenta. Una mezcla de preppy style con cuadros, estrellas y tonos vibrantes. Los vestidos de noche trajeron el bling bling que tanto ama el público del icónico jurado del programa Project Runway.

El diseñador nepalí Prabal Gurung fue uno de los más aplaudidos. Líneas asimétricas, colores vibrantes, mangas voluminosas y tye die desfilaron en uno de los casting más diversos de esta edición.


La década del 60 también dijo presente de la mano de Veronica Beard. El estilismo a cargo de Kevin Hughes (Moroccanoil) creó peinados llenos de volumen que dieron vida a muñecas modernas con trajes de dos piezas. Vestidos acinturados y mucha bermuda.


En síntesis, una temporada que rindió homenaje a décadas pasadas, que trajo de vuelta los colores puros, lunares, maxi estampados y siluetas con volumen. Y también un fashion week que nos enfrentó al street style en la era del fitting. El desfío, entonces, es aprender a mirar un poco más allá de la pasarela para entender realmente lo que lleva la calle, que no es necesariamente lo que se usa en front row, ni lo que vemos en Instagram.




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